La historia de Laurie Rosales





A Laurie Rosales le gusta ayudar y se ha pasado media vida haciéndolo. Siempre está pensando en la manera de echar una mano sin ninguna condición y sin importar a quién. Quizá eso fue lo que le empujó a tomar decisiones como estudiar Trabajo Social, trabajar en una prisión y ahora a perfeccionar su español en Interlingua. Aunque hay que mencionar que llegó a la escuela con un buen dominio del idioma, sabe que es de vital importancia para comunicarse, y en cierta ocasión, incluso hasta para salvar una vida.

Cuál es la historia de Laurie?
Nací en Mexico D.F pero mis padres se vinieron a los Estados Unidos cuando yo era muy pequeña. Primero viví en Illinois y luego en Oregon, donde crecí. Mi primer lenguaje fue el español pero lo perdí porque en la escuela le dijeron a mis padres que era mejor no enseñarme español y centrarme en el inglés y mis padres no querían que el español afectase a mi rendimiento escolar, por lo que nunca me enseñaron de manera oficial. Entonces, aunque  crecí escuchando español,  nunca llegué a hablarlo ni a escribirlo. En 1997 me mudé a Arizona porque quería estar cerca de mi familia de México y de mi familia de Oregon, y este estado estaba relativamente cerca de los dos lugares; podía viajar fácilmente a uno y a otro.

Aprendió el español en la calle?
Más o menos, sobre el año 2000 fui voluntaria en la frontera, en el Centro de Ayuda de Familiares, ayudaba a las personas deportadas que no tenían un lugar para quedarse ni tenían adonde ir. Yo les atendía, les ofrecía apoyo, ahora es diferente pero por aquel entonces funcionaba así. Allí escuchaba hablar español todo el tiempo y no me quedó otro remedio que empezar a hablarlo para poder comunicarme con ellos, allí aprendí mucho.

En qué consiste su trabajo?
Trabajé en diferentes ámbitos; en un hospital, en una escuela y ahora trabajo en una prisión. Todo fue completamente diferente, pero siempre intento ayudar a las personas en cada paso que dan y en cada etapa que terminan para comenzar otra, que siempre es difícil, por muy feliz que se presente la nueva. Los cambios siempre lo son. Yo le doy mi apoyo a un enfermo al que se le está acabando la vida, intento satisfacer sus necesidades básicas como también lo hago con un niño que pasa de una etapa a otra, que aunque feliz, será difícil y necesitará apoyo. Ahora en prisiٕón ayudo a los prisioneros a calmar el estrés y a que intenten planear metas en la vida, encontrar un propósito a su existencia. Intento evitar que se pasen el días dormidos, dando todo por perdido porque todos tenemos derecho a una segunda oportunidad en la vida. Yo trato  a todas las personas por igual, no importa quienes sean o lo que hayan hecho.

Me recuerda usted a Mafalda. Si pudiera también arreglaría el mundo...
Yo también preguntaba muchas cosas cuando era pequeña, porque no las comprendía. Recuerdo un Domingo que en Oregon amaneció nevando mucho y no pude ir a la iglesia. Al Domingo siguiente el cura me dijo que no ir a la Iglesia era pecado y que podía ir al infierno. Entonces yo le dije que cómo era posible, que aquello era injusto. Al cura no le gustó que le dijese aquello.Siempre pienso que cuando llegue mi momento, lo último que diré será :Por qué?

Cómo es de importante el español en su día a día?
Muy importante, en prisión trato con muchas personas que no saben inglés y si quiero comunicarme con ellos, ayudarles a disminuir su estrés, construir una comunicación y resolver sus problemas, es bastante importante hablar en su idioma. Creo que el español en Arizona es imprescindible, algunas veces saber hablarlo es una cuestión de vida o muerte, como por ejemplo cuando trabajas en un hospital y tienes que actuar rápidamente y no hay tiempo para intérpretes o para confusiones. Sería perfecto si todos fueramos bilingües, nos ayudaría a entendernos mejor, a destruir barreras y a solucionar muchos problemas. En la parte personal, el español es para mí muy importante porque me ayuda a conectarme con mi pasado, con mis raíces. Creo que esto último es lo más importante de todo y convierte al español en algo esencial en mi vida.

por Lidia Fernández Walter