Análisis 7


 Emma Zunz de Jorge Luis Borges


El Fin


• Al final, la palabra increíble salta dos veces, primero en boca de Emma, por teléfono, y luego, en un comentario del narrador:

" Ha ocurrido una cosa increíble..."

Es increíble:

• Que Emma haya matado a Loewenthal.

• Que Loewenthal con el pretexto de la huelga, la haya hecho venir para abusar de ella.

Pero esencialmente que Emma haya usado a Loewenthal como chivo expiatorio para resolver una deuda pendiente con el padre.

Análisis 6


  Emma Zunz de Jorge Luis Borges



Símbolo cabalístico

La cábala es un elemento presente en Borges


• En la historia los tres hombres: Emanuel, Loewenthal y el marinero, cometen acciones fálicas aunque ficticia la del patrón.

• los tres tiros que al final Emma da a Loewenthal -dos en el pecho y uno en la boca obscena- representa la eliminación de estos tres hombres.

Losanges (rombos, figuras de cuatro ángulos)

• Emma recuerda los amarillos losanges de una ventana en la casita de Lanús y luego, cuando se produce la violación del marinero, se dice que en la casa de prostitución a donde han entrado, hay "una vidriera con losanges idénticos a los de la casa en Lanús".

• Con estas correspondencias, Borges, a través de un objeto (los losanges), establece entre los dos sitios un paralelismo que enlaza un mismo hecho (la violación) a dos presencias que se identifican: la madre y la hija.

Ante Aarón Loewenthal, más que la urgencia de vengar a su padre, Emma sintió la de castigar el ultraje. (¿La violación?)

Emma cambia el motivo externo de matar al patrón para vengar el “suicidio” del padre por el oprobio del desfalco, por el horror de la violación a que ella se somete; y al que el padre sometió a la madre.

Religiosidad

Los nombres de los personajes. Aarón nos lleva a pensar en el hermano de Moisés, idólatra, adorador de un dios falso, un becerro de oro. En el caso de Loewenthal, este ídolo es el dinero.

Hay varios términos religiosos en el texto que crean una atmósfera de culpa y castigo: Sacrificio, ciega culpa, revelado, reza, justicia de Dios, impiedad, arrepintió, soberbia, infernal.

El tono religioso del vocabulario de la abominación: repudia, infame, horror, atroces, horrible, vértigo, asco, miserable, vengar, ultraje, oprobio, deshonra, obsceno, odio.

Para hacer más monstruoso su sacrificio, Emma ejecuta la cadena de hechos terribles, en el día sábado, que frente a su ética religiosa judía, la marcaría como pecadora:

• Entregarse como prostituta al marino, con la implicación del dinero.

• Delatar a los dirigentes de la huelga.

• Matar a Loewenthal.

• Mentir a las autoridades y a la sociedad.



Emma no será castigada por la muerte de Loewenthal.

Se siente molesta por el hecho de que haya muerto sin escuchar las palabras preparadas para notificarle que lo mataba en venganza por el suicidio provocado de su padre.

El hombre muere antes que ella pueda articular su discurso…. porque no es Loewenthal realmente el destinatario de ese discurso sino el padre.




Análisis 5



 Emma Zunz de Jorge Luis Borges





La historia de la violación de la madre marca la psiquis de Emma.


Perturbada, Emma realiza la proyección del padre en el patrón, quien aparecerá ante la sociedad como el legítimo violador, según la versión que al final divulgará: "Abusó de mí".


Loewenthal , al igual que el padre, es un personaje que ejerce autoridad, sobre ella y sobre los obreros en la fábrica.


Proyectar al padre

• La otra forma de proyectar al padre ausente se produce en la escogencia del marinero.



• Emma rechaza a un primer hombre porque le pareció "muy joven" y "temió que le inspirara alguna ternura"..."muy joven", porque buscaba a un marino mayor, más próximo a la edad del padre, y al final opta por uno "más bajo que ella y grosero, para que la pureza del horror no fuera mitigada"


Violación de la madre

En cumplimiento de la venganza, Emma desea eliminar al padre y lo hace proyectándolo en el marinero mayor y en el patrón.



A Loewenthal lo mata y al marinero lo borra al convertirlo en simple instrumento anónimo, desconocido, inubicable.



Thanatos y Eros

Reprimida sexualmente por la sombra de la violación de su madre, encuentra un motivo para su sacrificio con la entrega dolorosa al marino y muerte de Loewenthal, íconos de su atracción y repulsión por el padre.



(Simbólicamente) Ella muere al entregarse al marino desconocido.
Pero mas al violentar, de varias maneras, en día sábado, la ley mosaica que la rige.




Análisis 4


 Emma Zunz de Jorge Luis Borges



Capacidad


Emma planea matar a Loewenthal por venganza.

Deber hacer: Emma al enterarse de la muerte de su padre se siente
obligada a hacer justicia vengándose de Loewenthal.


Querer hacer: Emma se convence de hacerlo y desea hacerlo por “El sabor de la victoria y de la justicia”, y aunque, por un momento dudo “y en ese momento peligro su desesperado propósito”, al final, logra hacerlo por su propio deseo.


Poder hacer: Esto se da cuando Emma empieza a preparar su plan y prevé todo lo que necesita para su venganza, esto incluye cuando lleva a cabo llama a Loewenthal diciéndole que le va a dar información de la huelga y cuando pierde su virginidad.


Saber hacer: El saber hacer esta implícito, ya que para realizar su plan, se supone que ella con anterioridad conocía la ley, conocía lo que era una violación, sabia manejar una pistola entre otros.


¿Cómo Emma pudo cometer una acción tan caótica y terrible?



• Reprimida y androfóbica *.Emma es virgen (explicable en la coartada del abuso sexual consumado que exhibirá ante las autoridades) y a sus diecinueve años, no ha tenido un novio.


"...Luego, se habló de novios y nadie esperó que Emma hablara. En abril cumpliría diecinueve años, pero los hombres le inspiraban, aún, un temor casi patológico..."


• Manifiesta una latencia homosexual que además de percibirse en el distanciamiento espacial con el padre y el miedo patológico a los hombres - explicables por el temor fálico-, se muestra también en el tipo de compañía que busca:
solo mujeres.

"A las seis, concluido el trabajo, fue con Elsa a un club de mujeres, que tiene gimnasio y pileta"…"Con Elsa y la menor de los Kronfuss discutió a qué cinematógrafo irían el domingo a la tarde".


• Los problemas de Emma con los hombres provienen de la violación
-"la cosa horrible"- que su padre, Emanuel Zunz, le hizo a la madre.


Androfobia* Miedo patológico a los hombres
 
La violación es un crimen, que históricamente ha sido permitido en todas las sociedades para garantizar la superioridad masculina. Es el ultraje y la profanación sexual del cuerpo, de su integridad mental y física.









Emma es producto o testigo de esa violación.


Emma apoyará su plan de venganza en la semiología de la violación sobre su cuerpo.

 El cuerpo roto que dejará la violencia sexual es metaforizado dos veces: Antes, en el acto de romper la carta (que anuncia la muerte del padre), y posteriormente, como hecho cumplido, en el destrozo de los billetes (dinero) que recibe del marino.

 Cuando se entrega al marinero, autocastigándose anticipadamente con la violación a que se somete, por el crimen que va a cometer.

Análisis 3

    • Emma Zunz de Jorge Luis Borges

Personajes

El narrador: Narra los acontecimientos de la historia en tercera persona.
Emma: Es el sujeto agente de la historia, realiza toda la acción y aparece de principio a fin.
El señor Zunz: Es el padre de Emma quien únicamente actúa al inicio, cuando le confiesa a su hija la verdad sobre el desfalco del cajero. Luego de esto se va a Brasil y lo único que vuelve a saber Emma de él, es que murió.
El Señor Loewenthal: Es el dueño de la fábrica de tejidos donde Emma trabaja y es culpable del desfalco del cajero, del cual, culparon a su padre. Sobre el recae la acción del sujeto y es parte del objeto (venganza).
Fain: Es el compañero de pensión del señor Zunz, quien avisa el fallecimiento del señor Loewenthal.
Elsa Urstein y Perla Kronfuss: Amigas de Emma y compañeras de trabajo, la única acción que realizan es acompañar a Emma en el trabajo y en el club, y planear las actividades del domingo.
Los hombres de Nordsijaman: La acción que realizan es ayudar a Emma a buscar la justicia, deshonrándola.

Espacio


La casa de Emma: Es donde ella se entera de la muerte de su padre y comienza a planear la venganza.
El club de mujeres: Es el lugar donde va con sus amigas al salir del trabajo.
Los bares: Son el lugar donde Emma busca a los hombres de Nordsijaman.
La habitación: Es donde ella pierde la virginidad.
El apartamento de Loewenthal: Es donde se lleva a cabo el asesinato.
Brasil: Es donde se encontraba su padre cuando murió.

La historia ocurre en Buenos Aires (calles Paseo de Julio, Almagro, Liniers), con la mención de los pueblos de Lanús y Gualeguay, además del Brasil (Bagé).
Los personajes de la historia son de ascendencia judía, conectados con las inmigraciones europeas que particularmente en la Argentina fueron numerosas y variadas.
En el cuento encontramos estos nombres, la mayoría judíos: Aarón Loewenthal, Tarbuch, Manuel Maier, Emanuel y Emma Zunz, Elsa Urstein, Perla Kronfuss, Gauss, Fein o Fain, John Sils.

Revisación


Muchos judíos tuvieron que cambiar de nombre. Eso explica por qué Emanuel Zunz es después Manuel Maier. Así, al inscribirse en el club de mujeres, Emma tuvo que repetir y deletrear su nombre y su apellido; tuvo que festejar las bromas vulgares que comentaban la revisación.

Análisis 2

    • Emma Zunz de Jorge Luis Borges

Temas

-El honor
-El caos mental
-El secreto
-Justicia / Injusticia 
-Vida / Muerte
-Perdón / Venganza 
-La muerte 
-El Plan 
-Virginidad / Prostitución 
-Aarón-Emma
-Emmanuel - Emma
-El marinero -Emma
-Los hombres - Emma


 La madre-Emma


-La violencia a las mujeres

Tema principal

La violación


• Borges juega con el concepto del honor, el motivo principal del asesinato, y juega con las circunstancias que son falsas, pero que tienen la apariencia de verdad.



• Emma tiene varias máscaras entre las cuales se destacan las tres más importantes: Prostituta ante el marinero, mujer violada por Loewenthal ante la sociedad, vengadora del padre ante sí misma.



         …Vengar al padre

                              …Vengarse del padre





• Emma dejó caer el papel. Su primera impresión fue de malestar en el vientre y en las rodillas.

¿Por qué se produce este malestar en el vientre y las rodillas?

• Es como si el recuerdo del padre que de pronto le trae la carta, pesara más como una amenaza somático-sexual (la violación) que como sufrimiento nostálgico.



Análisis 1

  • Emma Zunz de Jorge Luis Borges

Doble textualidad

En cada cuento, poema y ensayo de Borges hay historias múltiples.
Hay una doble textualidad del relato laberíntico:
Un argumento notorio oculta siempre un argumento secreto que debe descubrirse progresivamente.

El Tiempo

Presente: Cuando Emma se entera de la muerte de su padre, empieza su plan de venganza.
Pasado: cuando su padre le confiesa la verdad sobre el desfalco.

El tiempo del plan y la ejecución de la muerte de Loewenthal

…..Esto transcurre en tres días:

• Jueves: Recibe la carta y recuerda a su padre. 
• Viernes: Se propone la huelga en la fabrica. 
• Sábado mañana: Descubre en la ciudad un barco que le llevaría a la casa de Loewenthal. 
• Sábado tarde: Después de fornicar, se traslada a la casa del "asesino" de su padre y lo mata.

Entre eso se produce un salto hacia atrás en el tiempo y Emma hace conciencia que guarda un secreto desde 1916.

• Históricamente, es la época entre guerra y posguerra. La primera guerra mundial (1914-1918) produce una fuerte corriente inmigratoria europea hacia América Latina.

• Muchos judíos llegaron y se asentaron en Argentina, especialmente en Buenos Aires.

• Los judíos conforman comunidades que no se asimilan a las culturas receptoras, así que mantienen sus ghettos, círculos en los que la religión es un fuerte factor aglutinante.


• El dinero y los bienes, conservados y aumentados entre ellos, a partir del elemento cohesivo de la dote otorgada en matrimonios endogámicos, colabora, como sus rituales y preceptos rabínicos, en la conservación de un círculo cerrado donde no entran extraños.


• El elemento de la dote, bienes o riquezas que la mujer aporta al matrimonio, es una de las costumbres más arraigadas entre los judíos, de allí que Loewenthal haya recibido de su mujer Gauss (judía) una buena dote, y el relato, maliciosamente, deja entrever que aunque "Había llorado con decoro, el año anterior, la inesperada muerte de su mujer", tenía por "verdadera pasión" el dinero.


"Con la sola compañía de un gran perro, Loewenthal, temeroso de los ladrones, vive en lo alto de la propia fábrica ubicada en un desmantelado arrabal"
Todos los personajes de esta historia parecen ser judíos, incluso el compañero de pensión de Emanuel Zunz, el tal Fein o Fain.
Emma, teme faltar a la sacralidad del Schabbath, y Loewenthal, a la hora de morir, injuria a Emma en español y en ídisch o yiddish (lengua germánica -judeoalemán- hablada por las comunidades judías de Europa central y oriental),
Quizás sea un estereotipo racista, el hombre es mostrado como un avaro, es decir, goza no con el gasto del dinero sino con su acumulación, como se percibe en la frase:
"Con íntimo bochorno se sabía menos apto para ganarlo que para conservarlo"

Emma Zunz de Jorge Luis Borges




   



JORGE LUIS BORGES 

(1899-1986)

Escritor argentino








El catorce de enero de 1922, Emma Zunz, al volver de la fábrica de tejidos Tarbuch y Loewenthal, halló en el fondo del zaguán una carta, fechada en el Brasil, por la que supo que su padre había muerto. La engañaron, a primera vista, el sello y el sobre; luego, la inquietó la letra desconocida. Nueve diez líneas borroneadas querían colmar la hoja; Emma leyó que el señor Maier había ingerido por error una fuerte dosis de veronal y había fallecido el tres del corriente en el hospital de Bagé. Un compañero de pensión de su padre firmaba la noticia, un tal Feino Fain, de Río Grande, que no podía saber que se dirigía a la hija del muerto.

 Emma dejó caer el papel. Su primera impresión fue de malestar en el vientre y en las rodillas; luego de ciega culpa, de irrealidad, de frío, de temor; luego, quiso ya estar en el día siguiente. Acto continuo comprendió que esa voluntad era inútil porque la muerte de su padre era lo único que había sucedido en el mundo, y seguiría sucediendo sin fin. Recogió el papel y se fue a su cuarto. Furtivamente lo guardó en un cajón, como si de algún modo ya conociera los hechos ulteriores. Ya había empezado a vislumbrarlos, tal vez; ya era la que sería.

 En la creciente oscuridad, Emma lloró hasta el fin de aquel día del suicidio de Manuel Maier, que en los antiguos días felices fue Emanuel Zunz. Recordó veraneos en una chacra, cerca de Gualeguay, recordó (trató de recordar) a su madre, recordó la casita de Lanús que les remataron, recordó los amarillos losanges de una ventana, recordó el auto de prisión, el oprobio, recordó los anónimos con el suelto sobre «el desfalco del cajero», recordó (pero eso jamás lo olvidaba) que su padre, la última noche, le había jurado que el ladrón era Loewenthal. Loewenthal, Aarón Loewenthal, antes gerente de la fábrica y ahora uno de los dueños. Emma, desde 1916, guardaba el secreto. A nadie se lo había revelado, ni siquiera a su mejor amiga, Elsa Urstein. Quizá rehuía la profana incredulidad; quizá creía que el secreto era un vínculo entre ella y el ausente. Loewenthal no sabía que ella sabía; Emma Zunz derivaba de ese hecho ínfimo un sentimiento de poder.

 No durmió aquella noche, y cuando la primera luz definió el rectángulo de la ventana, ya estaba perfecto su plan. Procuró que ese día, que le pareció interminable, fuera como los otros. Había en la fábrica rumores de huelga; Emma se declaró, como siempre, contra toda violencia. A las seis, concluido el trabajo, fue con Elsa a un club de mujeres, que tiene gimnasio y pileta. Se inscribieron; tuvo que repetir y deletrear su nombre y su apellido, tuvo que festejar las bromas vulgares que comentan la revisación. Con Elsa y con la menor de las Kronfuss discutió a qué cinematógrafo irían el domingo a la tarde. Luego, se habló de novios y nadie esperó que Emma hablara. En abril cumpliría diecinueve años, pero los hombres le inspiraban, aún, un temor casi patológico... De vuelta, preparó una sopa de tapioca y unas legumbres, comió temprano, se acostó y se obligó a dormir. Así, laborioso y trivial, pasó el viernes quince, la víspera.

 El sábado, la impaciencia la despertó. La impaciencia, no la inquietud, y el singular alivio de estar en aquel día, por fin. Ya no tenía que tramar y que imaginar; dentro de algunas horas alcanzaría la simplicidad de los hechos. Leyó en La Prensa que el Nordstjärnan, de Malmö, zarparía esa noche del dique 3; llamó por teléfono a Loewenthal, insinuó que deseaba comunicar, sin que lo supieran las otras, algo sobre la huelga y prometió pasar por el escritorio, al oscurecer. Le temblaba la voz; el temblor convenía a una delatora. Ningún otro hecho memorable ocurrió esa mañana. Emma trabajó hasta las doce y fijó con Elsa y con Perla Kronfuss los pormenores del paseo del domingo. Se acostó después de almorzar y recapituló, cerrados los ojos, el plan que había tramado. Pensó que la etapa final sería menos horrible que la primera y que le depararía, sin duda, el sabor de la victoria y de la justicia. De pronto, alarmada, se levantó y corrió al cajón de la cómoda. Lo abrió; debajo del retrato de Milton Sills, donde la había dejado la antenoche, estaba la carta de Fain. Nadie podía haberla visto; la empezó a leer y la rompió.

 Referir con alguna realidad los hechos de esa tarde sería difícil y quizá improcedente. Un atributo de lo infernal es la irrealidad, un atributo que parece mitigar sus terrores y que los agrava tal vez. ¿Cómo hacer verosímil una acción en la que casi no creyó quien la ejecutaba, cómo recuperar ese breve caos que hoy la memoria de Emma Zunz repudia y confunde? Emma vivía por Almagro, en la calle Liniers; nos consta que esa tarde fue al puerto. Acaso en el infame Paseo de Julio se vio multiplicada en espejos, publicada por luces y desnudada por los ojos hambrientos, pero más razonable es conjeturar que al principio erró, inadvertida, por la indiferente recova... Entró en dos o tres bares, vio la rutina o los manejos de otras mujeres. Dio al fin con hombres del Nordstjärnan. De uno, muy joven, temió que le inspirara alguna ternura y optó por otro, quizá más bajo que ella y grosero, para que la pureza del horror no fuera mitigada. El hombre la condujo a una puerta y después a un turbio zaguán y después a una escalera tortuosa y después a un vestíbulo (en el que había una vidriera con losanges idénticos a los de la casa en Lanús) y después a un pasillo y después a una puerta que se cerró. Los hechos graves están fuera del tiempo, ya porque en ellos el pasado inmediato queda como tronchado del porvenir, ya porque no parecen consecutivas las partes que los forman.

 ¿En aquel tiempo fuera del tiempo, en aquel desorden perplejo de sensaciones inconexas y atroces, pensó Emma Zunz una sola vez en el muerto que motivaba el sacrificio? Yo tengo para mí que pensó una vez y que en ese momento peligró su desesperado propósito. Pensó (no pudo no pensar) que su padre le había hecho a su madre la cosa horrible que a ella ahora le hacían. Lo pensó con débil asombro y se refugió, en seguida, en el vértigo. El hombre, sueco o finlandés, no hablaba español; fue una herramienta para Emma como ésta lo fue para él, pero ella sirvió para el goce y él para la justicia. Cuando se quedó sola, Emma no abrió en seguida los ojos. En la mesa de luz estaba el dinero que había dejado el hombre: Emma se incorporó y lo rompió como antes había roto la carta. Romper dinero es una impiedad, como tirar el pan; Emma se arrepintió, apenas lo hizo. Un acto de soberbia y en aquel día... El temor se perdió en la tristeza de su cuerpo, en el asco. El asco y la tristeza la encadenaban, pero Emma lentamente se levantó y procedió a vestirse. En el cuarto no quedaban colores vivos; el último crepúsculo se agravaba. Emma pudo salir sin que lo advirtieran; en la esquina subió a un Lacroze, que iba al oeste. Eligió, conforme a su plan, el asiento más delantero, para que no le vieran la cara. Quizá le confortó verificar, en el insípido trajín de las calles, que lo acaecido no había contaminado las cosas. Viajó por barrios decrecientes y opacos, viéndolos y olvidándolos en el acto, y se apeó en una de las bocacalles de Warnes. Pardójicamente su fatiga venía a ser una fuerza, pues la obligaba a concentrarse en los pormenores de la aventura y le ocultaba el fondo y el fin.

 Aarón Loewenthal era, para todos, un hombre serio; para sus pocos íntimos, un avaro. Vivía en los altos de la fábrica, solo. Establecido en el desmantelado arrabal, temía a los ladrones; en el patio de la fábrica había un gran perro y en el cajón de su escritorio, nadie lo ignoraba, un revólver. Había llorado con decoro, el año anterior, la inesperada muerte de su mujer - ¡una Gauss, que le trajo una buena dote! -, pero el dinero era su verdadera pasión. Con íntimo bochorno se sabía menos apto para ganarlo que para conservarlo. Era muy religioso; creía tener con el Señor un pacto secreto, que lo eximía de obrar bien, a trueque de oraciones y devociones. Calvo, corpulento, enlutado, de quevedos ahumados y barba rubia, esperaba de pie, junto a la ventana, el informe confidencial de la obrera Zunz.
 La vio empujar la verja (que él había entornado a propósito) y cruzar el patio sombrío. La vio hacer un pequeño rodeo cuando el perro atado ladró. Los labios de Emma se atareaban como los de quien reza en voz baja; cansados, repetían la sentencia que el señor Loewenthal oiría antes de morir.
 Las cosas no ocurrieron como había previsto Emma Zunz. Desde la madrugada anterior, ella se había soñado muchas veces, dirigiendo el firme revólver, forzando al miserable a confesar la miserable culpa y exponiendo la intrépida estratagema que permitiría a la Justicia de Dios triunfar de la justicia humana. (No por temor, sino por ser un instrumento de la Justicia, ella no quería ser castigada.) Luego, un solo balazo en mitad del pecho rubricaría la suerte de Loewenthal. Pero las cosas no ocurrieron así.

 Ante Aarón Loeiventhal, más que la urgencia de vengar a su padre, Emma sintió la de castigar el ultraje padecido por ello. No podía no matarlo, después de esa minuciosa deshonra. Tampoco tenía tiempo que perder en teatralerías. Sentada, tímida, pidió excusas a Loewenthal, invocó (a fuer de delatora) las obligaciones de la lealtad, pronunció algunos nombres, dio a entender otros y se cortó como si la venciera el temor. Logró que Loewenthal saliera a buscar una copa de agua. Cuando éste, incrédulo de tales aspavientos, pero indulgente, volvió del comedor, Emma ya había sacado del cajón el pesado revólver. Apretó el gatillo dos veces. El considerable cuerpo se desplomó como si los estampi-dos y el humo lo hubieran roto, el vaso de agua se rompió, la cara la miró con asombro y cólera, la boca de la cara la injurió en español y en ídisch. Las malas palabras no cejaban; Emma tuvo que hacer fuego otra vez. En el patio, el perro encadenado rompió a ladrar, y una efusión de brusca sangre manó de los labios obscenos y manchó la barba y la ropa. Emma inició la acusación que había preparado («He vengado a mi padre y no me podrán castigar...»), pero no la acabó, porque el señor Loewenthal ya había muerto. No supo nunca si alcanzó a comprender.

 Los ladridos tirantes le recordaron que no podía, aún, descansar. Desordenó el diván, desabrochó el saco del cadáver, le quitó los quevedos salpicados y los dejó sobre el fichero. Luego tomó el teléfono y repitió lo que tantas veces repetiría, con esas y con otras palabras: Ha ocurrido una cosa que es increíble... El señor Loewenthal me hizo venir con el pretexto de la huelga... Abusó de mí, lo maté...

 La historia era increíble, en efecto, pero se impuso a todos, porque sustancialmente era cierta. Verdadero era el tono de Emma Zunz, verdadero el pudor, verdadero el odio. Verdadero también era el ultraje que había padecido; sólo eran falsas las circunstancias, la hora y uno o dos nombres propios.

Fin